viernes, 16 de enero de 2015

Goya, obras y período.

Francisco de Goya y Lucientes



Biografía 

Francisco de Goya y Lucientes fue un pintor y grabador español muy famoso, estudió con J. Luzán y, a partir de 1763, con su futuro cuñado J. Bayeu.


Obra primeriza son los frescos del Pilar de Zaragoza. En 1766-92 realizó más de 45 cartones para tapices, (“El cacharrero”, “El pelele”, “La gallina ciega”...).

Pintor de cámara de Carlos IV en 1789.

En 1792, a consecuencia de una grave enfermedad, quedó sordo. En 1794 publicó una serie de aguafuertes, “Los caprichos”.

De esta época son también una serie de pequeños cuadros y una de sus obras principales, “El entierro de la sardina”. En mil 1798 decoró, al temple y al fresco, la ermita madrileña de San Antonio de la florida.

Gran retratista (“Duques de Osuna”, “de Alba”, “Jovellanos”, “Moratín”, “Condesa de Chinchón”, “Isabel Cobos”); en 1800 pintó el gran lienzo “La familia de Carlos IV”, una de las joyas del Museo del Prado. De hacia 1802 son los sensuales lienzos “Maja Vestida” y “Maja Desnuda”.

La Guerra de la Independencia le sugirió los aguafuertes de la serie “Desastres de la guerra” (1810-13) y los cuadros “El Dos de Mayo” y los “Fusilamientos del Tres de Mayo” (Prado). En 1815-16 grabó la serie “La tauromaquia”.

Amargado por el absolutísimo de Fernando VII, se retiró a su quinta del Sordo en las afueras de Madrid (1819), cuyos muros decoró con las llamadas “pinturas negras” pasadas después al lienzo (Prado). Grabó entonces la colección de “Los disparates”. En 1823 se exilió a Burdeos, donde en 1828 murió.

Períodos

Los caprichos de Goya


Los Caprichos de Goya ejemplifican un mundo en crisis, entendida esta idea en el sentido de cambio. Conceptualmente revelan las fisuras de una estructura sociopolítica basada en una anquilosada estratificación estamental, y de un sistema de valores fundamentado en el inmovilismo de las costumbres y la tiránica opresión religiosa de las conciencias.



Estéticamente anticipan la sensibilidad moderna y el desplazamiento hacia un arte dominado por la subjetividad y la libertad creativa.

Biográficamente, los Caprichos aparecen en una de las décadas más decisivas en la trayectoria vital y en la producción artística de Goya. Es por ello que las sucesivas generaciones de escritores, artistas e intelectuales de los dos últimos siglos no han podido sustraerse a su condición de símbolo: símbolo del fin del Antiguo Régimen, del cambio de gusto entre las estéticas clasicista y romántica, y de la crisis producida en la biografía y el arte de un creador universal.


Período de Madurez de Goya

En 1799 pinta retratos, entre ellos de los monarcas, siendo frecuente que se trasladara a La Granja, El Escorial o Aranjuez en su compañía. De ese año serán los retratos ecuestres de Carlos IV y María Luisa, de impresionante vigor. En 1800 pinta uno de los mejores retratos femeninos de su carrera, el de la Duquesa de Chinchón, esposa de Godoy, favorito de los monarcas. Terminado este retrato emprende una de sus pinturas más ambiciosas: la plasmación de la efigie del rey con todos sus familiares y para ello ejecuta, previamente, una serie de bocetos de los personajes aislados que cuentan entre sus mejores creaciones en el género retratístico. Cuando se ha adueñado de la psicología de todos ellos, pinta la tremenda Familia de Carlos TV (1800), que ahora puede parecer una sátira, por la vulgaridad o reticencia manifiesta de los retratados. Pero la pintura supera la iconografía.


 De este mismo período son cinco estupendas tablas de la Academia de San Fernando: Procesión de disciplinantes, Casa de locos, Corrida de toros, Tribunal de la Inquisición y Entierro de la sarama. 


Vemos ante todo en los temas cómo se aclara la intención latente en Goya de satirizar, o poner en la picota, aspectos del carácter nacional, dando a la vez salida a los agitados instintos personales. Cuando se habla de un pintor anterior al siglo XIX no suele decirse que fue un "atormentado", pero hay sobrados indicios de que Goya lo fue, aunque su inmensa vitalidad, su sano sentido popular, contrarrestaban los dramas de su vida interior y su innata tendencia corrosiva. Deformaciones, trazos sueltos, borrones, reflejos, sugerencias mejor que estrictas representaciones aparecen en la técnica junto a las tradicionales veladuras y transparencias. Goya se da cuenta también del valor expresivo que posee el "inacabado'^ deja trozos enteros sólo insinuados en Los disciplinantes. Pero tal vez la escena de la Inquisición sea la más lograda del grupo, por la intensidad contenida del ambiente y el perfecto equilibrio de todos sus elementos.


Trineo Liberal y pinturas negras

Con el nombre de Pinturas negras se conoce la serie de catorce obras murales que pinta Goya entre 1819 y 1823 con la técnica de óleo al secco sobre la superficie de revoco de la pared de la Quinta del Sordo. Estos cuadros suponen, posiblemente, la obra cumbre de Goya, tanto por su modernidad como por la fuerza de su expresión. Una pintura como Perro semihundido se acerca incluso a la abstracción; muchas otras son precursoras del expresionismo pictórico y otras vanguardias del siglo XX.

Las pinturas murales fueron trasladadas a lienzo a partir de 1874 y actualmente se exponen en el Museo del Prado. La serie, a cuyos óleos Goya no puso título, fue catalogada por primera vez en 1828 por Antonio de Brugada, quien las tituló por vez primera, con motivo del inventario que realizó a la muerte del pintor. Han sido variadas las propuestas de título para estas pinturas.

Saturno devorando a sus hijos: Francisco de Goya, "Saturno devorando a sus hijos", 1819-1823, óleo sobre lienzo. Museo del Prado, Madrid. Emplea una gama de blancos y negros, aplicada en manchas de color gruesas, solo rota por el ocre de las carnaciones y la llama fúlgida en blanco y rojo de la carne viva del hijo. Representa al dios Crono, como es habitual indiferenciado de Chronos, o Saturno en la mitología romana, en el acto de devorar a uno de sus hijos. La figura era emblema alegórico  del paso del tiempo, pues Crono se comía los hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos.


Dos viejos comiendo sopa: Francisco de Goya, " Dos viejos comiendo sopa", 1819-1823, óleo sobre muro transladado a lienzo. Museo del Prado, Madrid. En el cuadro aparecen dos ancianos personajes, sin estar claro si son hombres o mujeres. El de la izquierda, con pañuelo blanco, dibuja una mueca con su boca, posiblemente por la falta de dientes. El otro personaje contrasta vivamente con él: de rostro de cadáver, sus ojos son dos oquedades negras y su cabeza tiene en general el aspecto de una calavera.

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